domingo, 29 de julio de 2007

17 Botellas

Volví a contar las botellas en la radiografía y me volvieron a dar 17. pensé en como alguien podía haber sufrido un desgarro vaginal, tener 17 botellas alojadas en la cavidad abdominal y seguir aun viva. Sin pensarlo un momento la mande a cirugía, que se ocuparan ellos. Salí de allí para buscar a su novio. Le pregunte como podían haber llegado a tales extremos, me dijo que todo había comenzado siendo un juego: primero metió una botella, como vio que entraba, metió otra y luego otra, hasta llegar a las 17 . Me despedí de él y volví a urgencias, pensando en cuanto mal había hecho a la juventud de hoy, tener tanto porno a su alcance.

Nacho Vegas II

Este relato forma parte de una serie de relatos escritos por Xulio Eston, inspirados en el disco Desaparezca aquí, de Nacho Vegas:

No habrá nada más


Cuando me informaron sobre el diagnóstico no pude reprimir las lágrimas. Unas semanas, quizás un mes más de vida, a lo sumo. Es impensable, inconcebible, no puede ser y además es imposible. He pedido que repitieran las pruebas varias veces, pero siempre ha salido lo mismo. También lo he intentado con médicos privados, esperando que alguno me dijese que se había tratado de un error, como quien abre huevos de chocolate hasta que da con la sorpresa que más le gusta. Evidentemente, no ha valido de nada, sólo he conseguido perder varios de los pocos días que me quedan.

He empezado a recibir visitas de toda clase de personas. La familia y amigos vienen a intentar consolarme con frases hechas que de nada sirven. Me miran apenados y me preguntan que pueden hacer por mí. Yo les respondo que me podrían regalar su vida, ya que tanto desean satisfacerme, y no me avergüenzo al decir que no me importaría que desapareciese cualquiera de ellos, con tal de salvar mi pellejo. A medida que avanzan los días lo anhelo con más fuerza, pero es algo totalmente imposible.

Las pocas personas que no desistieron de permanecer a mi lado han dejado de escucharme, ya que no les gusta lo que les voy a decir. Declinan mis ofertas para hablar, devolviéndome una asquerosa mirada compasiva que me saca de mis casillas. Un tipo a quien no conozco, amigo de mi hermano, me habla del cielo, de expiar mis pecados para poder alcanzar la vida eterna. Lo mando a tomar por culo sin ninguna educación, argumentando que he meado sobre su Dios y me ha condenado a desaparecer en pocos días. He vivido convencido de que cuando esto acabe no habrá nada más. Y no fue bastante, no he sabido aprovechar el poco tiempo que se me ha concedido. Durante años he pensado que la vida era injusta, que todo me salía mal, que el mundo era un lugar demasiado cruel al que nos han lanzando sin preguntar si nos venía bien. ¡Claro que quería vivir! ¿Ahora me doy cuenta? Siempre tarde.

"No nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos", he escuchado mil veces, asociando esa frase al chucho que se me murió cuando era pequeño, al que nunca sacaba a pasear porque me daba pereza, o a la novia que me dejó cuando tenía diecisiete años, cansada de que me apeteciese más salir por ahí con mis amigos que estar con ella. Pero ahora la frase toma una dimensión maximizada. ¿Qué tenemos? Nada, absolutamente nada, nos pertenece. Nuestra vida es un sucedáneo de propiedad que se nos adjudica al nacer. Y a pesar de lo efímera que es, la ponemos a merced de mil peligros constantemente, cosa que no haríamos con nuestro flamante coche nuevo o nuestro móvil de última generación, que guardamos con sumo cuidado en el bolsillo para no rayarle la pantalla. Jugamos con ella como si fuésemos inmunes a todo. Cruzamos la calle sin esperar a que el semáforo se ponga verde, fumamos, engullimos grasas saturadas, bebemos, nos drogamos, follamos sin condón... Y el hijo de la gran puta de mi amigo Tomás hace todo eso y está como un roble, el muy cabrón. No me sirve, tengo que lamentarme de otra manera, porque de no haber hecho todas esas cosas estaría en la misma situación, pero maldiciendo a todos los que me dijeron que si llevaba una vida sana duraría muchos años.

Hoy me he encontrado con un antiguo compañero de instituto, Luís. Es un tipo bastante peculiar, al que rehuí en aquella época porque tenía fama de "rarito". No le he comentado nada de lo que me pasa, pero sin pretenderlo ha salido el tema de la muerte en la conversación. Él me ha dicho que no le preocupa demasiado, que ha vivido bien y disfrutado cada instante de su existencia. Miraba hacia el frente mientras divagaba, con una mirada cargada de ánimo (de vida) y una media sonrisa que me ha hecho odiarle hasta el infinito. Nos hemos ido juntos a tomar unas cañas, recordando tiempos que se me antojan tan lejanos como lejana se me hacía la idea de mi propia muerte, hasta hace sólo un par de semanas. Todo es subjetivo.

Cuando vuelvo a casa, medio borracho, me siento un poco más optimista. Abro la puerta, me quedo mirando a mi familia y les espeto:

- ¡Largo de aquí, enfermos! ¿Qué queréis de mí? No vais a sacarme nada, así que esfumaos.

Todavía siguen aquí, y yo me cago en sus muertos, entre los que me contaré en breve.



Extraído de
aquí, Xulio Eston.

lunes, 23 de julio de 2007

Industrial I

Aun así y a pesar de su evolución, Coil siguen formando parte de ese triangulo de artistas que desde su nacimiento se asocio como movimiento musical de carácter único y genuino surgido en las islas. Me refiero al permanente vinculo que siempre ha existido entre Nurse With Wound, Current 93 y Coil.

Aunque Steve Stapleton fuese cerrando su música hacia las corrientes mas vanguardistas y a las posibilidades de la electroacústica para crear obras de difícil acceso y de progresiva complejidad o David Tibet fuese mitigando y suavizando sus formas hasta convirtiéndose en uno de los padres de las actuales corrientes del folk experimental, aparte de producir y apadrinar a artistas tan fundamentales de nuestro como Anthony & The Johnsons o colaborar con los nuevos talentos como Six Organs of Admittance, los nombres de Nurse With Wound, Current 93 y Coil siempre van a ir de la mano por haber expresado una común libertad creativa y ensalzamiento de la espiritualidad en su sonido, que a través de fuentes tanto acústicas como electrónicas, van a transmitir una humanidad y una sensibilidad fuera de duda.



Extraído de Dead City Radio, Rafa Femiano.

lunes, 16 de julio de 2007

Nacho Vegas I

El Colchón

Ninguno de los dos dijo nada
tras bajar la cama plegable
que estaba empotrada en el armario.
Habían pasado ya varios días pero
el olor aun era extraño: una mezcla
de muerte y desinfectante.
Nos quedamos mirando un rato
la mancha de sangre que había tomado
un untuoso color parduzco. Luego
alguno hablo primero y los sacamos
de allí como pudimos, la puerta parecía
demasiado estrecha, y nosotros
íbamos muy rígidos para no tener
que mirar la mancha desde cerca,
ojos y nariz casi tocando la espuma.
Mientras bajábamos las escaleras bromee
con mi hermano pero los dos sabiamos
que aquel era un trabajo sucio.
Una vbez en la calla lo dejamos apoyado
contra el contenedor de basura de enfrente,
asegurándonos de que no quedaba
a la vista la mancha de sangre.
Después dimos media vuelta
para no volver a verlo jamas, acaso
alguna vez desde el recuerdo.
Nos sacudimos las manos y aquel día
ya no volvimos a pensar en ese colchón
sobre el que mi padre había partido
hacia el mas insólito lugar de todos.



Extraído de Política de Hechos Consumados, Nacho Vegas. Limbo Star.

jueves, 12 de julio de 2007

Micronaciones I

"En 1971, un grupo de hippies, tomó una base militar abandonada den Copenhague, Dinamarca y proclamo allí el estado libre de Christania, una micronación. Tras mantener un pulso con el gobierno danes, en 1987 fue finalmente reconocida como un microestado independiente. Entres los 18 jóvenes que tomaron aquella noche la base estaba un aún adolescente Hans, quien tumbado en el suelo, en aquella penumbra verdosa que como un residuo militar parecía flotar entre el pavimento y los altos tragaluces, decidió descalzarse para siempre: en sus pes desnudos y blancos hallo un símbolo de paz y de vida no violenta. La población actual esta compuesto por 760 adultos, 250 niños, 1.500 perros y 14 caballos."



Extraído de Nocilla Dream, Agustín Fernández Mallo. Candaya.